Votar por un partido, blanco, nulo y no votar. #DiarioDeCampaña D92: César Mendoza


Blanco

En diversos académicos, intelectuales, funcionarios y políticos se ha vuelto constante la delimitación de cómo se debe votar por una opción política y no practicar el voto en blanco o nulo.

Las opiniones en este tema parten que no asistir a votar ya es un grave error o una inconsciencia ante la democracia. Desde mi óptica no asistir a votar, o sea, practicar el abstencionismo, es una opinión, la cual en una democracia, aunque atente contra la democracia, es válida.

Giovanni Sartori decía de manera acertada que el voto es una opinión sobre la política y la forma en que se relaciona con nuestra vida. Vincent Price en su libro “Opinión Pública” señala que la única forma de medir la opinión de una sociedad es solo cuando la mayoría o el público interesado en un tema expresa lo que siente de manera medible, el voto es el mecanismo con el cual se mide la opinión de los interesados. Por supuesto, si tenemos un alto abstencionismo que supera el número de votos contamos con un espectro de opinión que no sabemos a ciencia cierta que opina, pero de manera conjunta los no votantes nos han dicho que no están de acuerdo con la democracia porque en ella no encuentran opciones, si las encontraran habrían asistido a expresar su opinión.

Empezar con el tema del voto, forzosamente tiene que pasar por el no voto. Debe comenzar por entender que el abstencionismo es un desprecio a la democracia y no solo a los partidos políticos que participan en ella. Lo es porque si el problema son los partidos políticos, solo se debe expresar el apoyo a la democracia, ya que ella tiene los mecanismo, a veces mínimos como es el caso de México, para que surjan nuevas opciones.

Es cierto que la credibilidad de la clase política mexicana está en los suelos y que ver las opciones políticas que actualmente compiten por ganar la Presidencia de México los próximos seis años desalienta a cualquiera. En este sentido, votar por una opción partidista actual parte de los mínimos, no de los máximos. En la democracia siempre partimos de las mínimas coincidencias, hacerlo de las máximas siempre conduce a un desierto de acuerdos, la pluralidad es tanta que debemos aprender a administrar el conflicto y darle salidas, la construcción de una debe ser motivo para que se creen varias.

Por otra parte, si ninguna opción política nos complace en lo más mínimo, la opción no es ausentarse de las urnas, sino preguntarnos si estamos a favor de la democracia o no. En este sentido el llamado voto en blanco o nulo es la opción antes de llegar al abstencionismo.

Votar en blanco o nulo parte de diversas opiniones, pero en la búsqueda de los significados mínimos se localiza el respaldado, por haber asistido a las urnas, a la democracia. Un voto blanco o nulo es decir que estamos de acuerdo con que nuestras opiniones cuenten, o sea, tener los derechos políticos que la democracia nos garantiza. Abstenerse, es señalar que no queremos democracia y sus derechos políticos.

Además, al votar en blanco estamos expresando que no tenemos ningún acuerdo con las opciones políticas que tienen la posibilidad de representarnos. Cada blanquista tendrá los motivos suficientes para esgrimir por qué anula su voto y no lo otorga a un partido político o candidato.

También debemos entender que votar en blanco no es un fin, sino un inicio. En este sentido, el que vota en blanco sabe que de mantenerse los partidos políticos a los cuales ha despreciado como únicas opciones, sus posibilidades de que ellos se transformen depende de la clase política, pues mientras no surjan nuevas opciones que provoquen mayor competencia, él seguirá a la espera o votando en blanco.

Bajo la idea la idea del párrafo anterior, debemos entender que el blanco no decide quién va a gobernar, porque su voto señala que no quiere un gobierno que surja de las opciones políticas presentes, pero que tampoco se opone a que el resto de la población decida el gobierno. Lo que sí señala es que quiere vivir en democracia y está en búsqueda de nuevas opciones que le provoquen salir del voto nulo o blanco.

En ese sentido, el blanquista tiene dos opciones que sí dependen de él. Primero, buscar las coincidencias con otros blanquistas e intentar formar un partido político, lo cual es un terreno difícil de logar en un país como México, pero no deja de ser una opción. Por otra parte, entender que si el voto en blanco es inicio de una protesta contra la clase política actual, los partidos que están en segundo y tercer lugar si quieren avanzar electoralmente tendrán que ceder a las presiones de los blanquistas.

Pensemos que los partidos no ceden a las presiones, el blanquista tiene una última opción, la segunda, factible de incidir en la política, la sociedad civil y la institucionalización. Esta opción implica que el blanquista reconozca y valore que la política no solo se construye desde los partidos políticos y la clase política, sino desde la sociedad, la cual encuentra su parte activa en la sociedad civil que busca mecanismos de participación directa en las decisiones políticas como de control a la clase política. Es en este renglón donde la democracia no ha avanzado en México. Falta democratizar el país.

Votar en blanco no es apatía, sino buscar nuevos mecanismo democráticos que ayuden al avance de la democracia desde lo político, para decirlo con Nicolas Tenzer, desde el gobierno de la sociedad que con su presión buscará nuevos mecanismo que permiten que el blanquismo desaparezca ante nuevas opciones políticas de una clase renovada.

Votar en estas elecciones por algún partido político es aceptar en lo mínimo que las actuales opciones siguen haciendo lo necesario para mantener nuestro voto y con ello la situación en la que tienen al país. No porque no haya mejores estructurales o materiales, sino porque ninguno garantiza el avance de la democracia. Por ello votaré en blanco, prefiero el sinuoso camino de la sociedad civil para buscar más democracia.

Deja un comentario